Las duras condiciones que muchas veces deben soportar los marinos hacen
que estén llenos de supersticiones y mitos que los ayudan a soportar
las adversidades.
Cambiar el nombre de una embarcación es uno de esos mitos y parece ser,
que hacerlo, puede ser el mayor el mayor de los pecados que uno puede cometer.
Si le cambias el nombre te esperará un mal presagio, seguramente se te va
a prender fuego, se te va a hundir, vas a chocar, y por supuesto te van a
devorar los monstruosos no se dé dónde.
El nombre de la embarcación que nos va a acompañar en nuestros mejores momentos
de placer y esparcimiento, debe ser de nuestro agrado.
El bautismo normalmente es una ceremonia de agrado y de esperanza, la embarcación
es para ser usada y disfrutada por ello porque vamos a soportar un nombre que
no nos gusta es lindo que tenga el nombre que nosotros hemos soñado.
Más aún si le pusimos el nombre de una novia que luego nos dejó.
En nuestra vida diaria nos rodean muchos mitos que lo único que hacen es
complicarnos la existencia, que la escalera, que los gatos negros etc,
Muchos barcos sobre todo mercantes cuando pasan de una compañía a otra
les cambian el nombre y así vemos debajo de los nombres, tienen restos
de los nombres anteriores cuando pertenecían a otras empresas.
Eso se debe a que cada armador opta por poner nombres determinados a sus barcos,
ya sea nombre de familiares, de accidentes geográficos etc,
Yo siempre digo al Titanic no le cambiaron el nombre y se hundió el primer
viaje.
Entre otras causas del origen de este mito podemos indicar proviene del hecho
de evitar que los piratas cambiaran los nombres de sus navíos para impedir
que fueran reconocidos.
Otra que las compañías de seguros incentivaban este mito para evitar que los
barcos denunciados como perdidos continuaran navegando.
En pocas palabras compro una embarcación usada y no le gusta el nombre
no se haga problemas cámbielo y listo, se va a sentir mejor.